Hoy es nuestro último día en las Highlands, mañana iremos directos a Edimburgo. Por eso, hoy hemos querido dedicar el día a disfrutar al máximo de estos parajes. Para empezar, hemos repetido el lugar que más nos ha impresionado hasta ahora, Glencoe. Hemos ido hasta un punto en que podíamos estar tranquilos y disfrutar un poco del impresionante paisaje.
Muy a nuestro pesar, ojalá tuviéramos más días, pero hay que continuar viendo el resto del país. La siguiente parada son las Falls of Dochart, en la localidad de Killin. Ciertamente es un lugar bonito, pero no nos ha parecido muy impresionante, nos ha parecido que le faltaba agua. Antigüamente había un molino, ahora reconvertido en un punto de venta. Hemos aprovechado y hemos realizado un pequeño recorrido por la zona, paseando por la vera del lago y disfrutando del día. Killin es un pueblo muy tranquilo, de veraneo.
Después de eso, nos hemos dirigido a la tumba de Rob Roy, que se encuentra muy cercana a Killin. La verdad es que no se sabe si es la tumba real. Hay un cartel que indica que es improbable, puesto que Rob Roy murió de las heridas que sufrió en un duelo. Pero en la iglesia que hay en el cementerio justamente hay un cartel que indica todo lo contrario. Sea como fuere, hacer un poco el friki y visitar la tumba de uno de los personajes más famosos de la historia de Escocia, después de visitar el monumento a William Wallace y a Robert the Bruce, era obligado. Cuando se pongan de acuerdo que lo digan y volvemos a visitarla.
Hemos continuado viajando, hemos ido a ver un toro de la especie típica de Escocia (la especie esta que tiene tanto pelo), pero no un toro cualquiera, no, un toro en concreto, famosete, del palo de los que salen en los programas estos de cotilleo. Sinceramente, yo he visto al toro como otros, un poco viejo y con cara de estar hasta las narices de los turistas. Pobre animal, dejadlo en paz ya oye! Hemos seguido con la visita del pueblo de Callander, un pueblo muy pintoresco en el borde las Highlands.
Después de visitar el pueblo de Callander, nos hemos dirigido al alojamiento. En esta ocasión estaba situado en la localidad de Cladich, y ha sido una grata sorpresa. Un sitio muy tranquilo, rural y una habitación espectacular, la mejor de las que hemos disfrutado hasta el momento. Para cenar, nos hemos acercado a la localidad cercana de Inveraray, un auténtica sorpresa. Íbamos tan solo a cenar para luego volver a Cladich y nos hemos quedado a visitar el pueblo, ya nos ha parecido precioso. Sinceramente no nos lo esperábamos.
Ya de vuelta en la habitación del B&B, solo podemos intentar retener en la memoria lo que hemos visto hasta ahora e intentar no olvidarlo.